La Palabra de Dios que guía: discipulado
Introducción
Hechos 8:4–25: Los seguidores de Jesús comienzan a predicar las buenas noticias fuera de Jerusalén. Felipe va a Samaria y predica a la gente allí. Pedro y Juan también llegan a Samaria, y los samaritanos reciben el Espíritu Santo cuando Pedro y Juan imponen las manos sobre ellos. Simón, un mago, ofrece dinero a Pedro y Juan para obtener el mismo poder que ellos poseen, y es reprendido por Pedro.
Lectura para hoy
4 Pero los que tuvieron que salir de Jerusalén anunciaban la buena noticia por dondequiera que iban. 5 Felipe, uno de ellos, se dirigió a la principal ciudad de Samaria y comenzó a hablarles de Cristo. 6 La gente se reunía, y todos escuchaban con atención lo que decía Felipe, pues veían las señales milagrosas hechas por él. 7 Muchas personas que tenían espíritus impuros eran sanadas, y los espíritus salían de ellas gritando; y también muchos paralíticos y tullidos eran sanados. 8 Por esta causa hubo gran alegría en aquel pueblo.
9 Pero había allí un hombre llamado Simón, que antes había practicado la brujería y que había engañado a la gente de Samaria haciéndose pasar por una persona importante. 10 Todos, desde el más pequeño hasta el más grande, lo escuchaban atentamente y decían: «Éste es a quien llaman “el gran poder de Dios”.»
11 Y le hacían caso, porque con su brujería los había engañado durante mucho tiempo. 12 Pero cuando creyeron en la buena noticia que Felipe les anunciaba acerca del reino de Dios y de Jesucristo, tanto hombres como mujeres se bautizaron. 13 Y el mismo Simón creyó y se bautizó, y comenzó a acompañar a Felipe, admirado de los grandes milagros y señales que veía.
14 Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén supieron que los de Samaria habían aceptado el mensaje de Dios, mandaron allá a Pedro y a Juan. 15 Al llegar, oraron por los creyentes de Samaria, para que recibieran el Espíritu Santo. 16 Porque todavía no había venido el Espíritu Santo sobre ninguno de ellos; solamente se habían bautizado en el nombre del Señor Jesús. 17 Entonces Pedro y Juan les impusieron las manos, y así recibieron el Espíritu Santo.
18 Simón, al ver que el Espíritu Santo venía cuando los apóstoles imponían las manos a la gente, les ofreció dinero, 19 y les dijo:
—Denme también a mí ese poder, para que aquel a quien yo le imponga las manos reciba igualmente el Espíritu Santo.
20 Entonces Pedro le contestó:
—¡Que tu dinero se condene contigo, porque has pensado comprar con dinero lo que es un don de Dios! 21 Tú no tienes ningún derecho a recibirlo, porque delante de Dios tu corazón no es recto. 22 Abandona esta maldad tuya, y ruega a Dios, para ver si te perdona el haber pensado así. 23 Porque veo que estás lleno de amargura y que la maldad te tiene preso.
24 Simón contestó:
—Oren ustedes al Señor por mí, para que no me pase nada de esto que me han dicho.
25 Después de dar testimonio y de comunicar la palabra del Señor, los apóstoles anunciaron la buena noticia en muchas de las aldeas de Samaria, y regresaron a Jerusalén.
Versículo clave de hoy: Hechos 8:12
Pero cuando creyeron en la buena noticia que Felipe les anunciaba acerca del reino de Dios y de Jesucristo, tanto hombres como mujeres se bautizaron.
Reflexiona
¿Por qué Simón el mago pensaba que el Espíritu de Dios era algo que se podía comprar? ¿Cuál era su motivo para desear ese poder? Pedro y Juan impusieron las manos sobre los creyentes, un gesto que se utilizaba para sanar o impartir una bendición (Marcos 10:13–16; Hechos 28:8), para seleccionar a alguien para una tarea especial (Hechos 6:6), o para transmitir los dones del Espíritu Santo (Hechos 8:17). ¿Se realiza la imposición de manos en tu comunidad de fe? Si es así, ¿cuándo se hace?
Ora
Señor Dios, gracias por el don de tu Espíritu Santo. Mantén mi corazón y mente abiertos a tus bendiciones diarias. Ayúdame a ser guiado por tu Espíritu cada día para que todo lo que haga y diga te glorifique y honre. Te lo pido en tu santo nombre. Amén.
Lectura para mañana
Hechos 8:26–40: Felipe bautiza a un funcionario etíope.