Introducción
Lucas 18:18–43: Regresamos al Evangelio de Lucas mientras Jesús se dirige hacia Jerusalén y la cruz. En la lectura para hoy, Jesús habla con un hombre rico, un líder, que le pregunta qué debe hacer para recibir la vida eterna. Al final de la lectura, vemos a Jesús hablando por tercera vez (en el relato de Lucas) sobre su inminente muerte. Mientras continúa su camino hacia Jerusalén con sus discípulos, sana a un mendigo ciego.
Versículo bíblico para hoy: Lucas 18:31b
[Jesús dijo a sus discípulos:] —Ahora vamos a Jerusalén, donde se cumplirá todo lo que los profetas escribieron acerca del Hijo del hombre.
Lectura
18 Uno de los jefes le preguntó a Jesús:
—Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?
19 Jesús le contestó:
—¿Por qué me llamas bueno? Bueno solamente hay uno: Dios. 20 Ya sabes los mandamientos: “No cometas adulterio, no mates, no robes, no digas mentiras en perjuicio de nadie, y honra a tu padre y a tu madre.”
21 El hombre le dijo:
—Todo eso lo he cumplido desde joven.
22 Al oír esto, Jesús le contestó:
—Todavía te falta una cosa: vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riqueza en el cielo. Luego ven y sígueme.
23 Pero cuando el hombre oyó esto, se puso muy triste, porque era muy rico. 24 Al verlo así, Jesús dijo:
—¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios! 25 Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja, que para un rico entrar en el reino de Dios.
26 Los que lo oyeron preguntaron:
—¿Y quién podrá salvarse?
27 Jesús les contestó:
—Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios.
28 Pedro le dijo:
—Señor, nosotros hemos dejado todas nuestras cosas y te hemos seguido.
29 Él les respondió:
—Les aseguro que cualquiera que por causa del reino de Dios haya dejado casa, o esposa, o hermanos, o padres, o hijos, 30 recibirá mucho más en la vida presente, y en la vida venidera recibirá la vida eterna.
31 Jesús llamó aparte a los doce discípulos, y les dijo: «Ahora vamos a Jerusalén, donde se cumplirá todo lo que los profetas escribieron acerca del Hijo del hombre. 32 Pues lo van a entregar a los extranjeros, y se burlarán de él, lo insultarán y lo escupirán. 33 Lo golpearán y lo matarán; pero al tercer día resucitará.»
34 Ellos no entendieron nada de esto, ni sabían de qué les hablaba, pues eran cosas que no podían comprender.
35 Cuando ya se encontraba Jesús cerca de Jericó, un ciego que estaba sentado junto al camino pidiendo limosna, 36 al oír que pasaba mucha gente, preguntó qué sucedía. 37 Le dijeron que Jesús de Nazaret pasaba por allí, 38 y él gritó:
—¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!
39 Los que iban delante lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más todavía:
—¡Hijo de David, ten compasión de mí!
40 Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando lo tuvo cerca, le preguntó:
41 —¿Qué quieres que haga por ti?
El ciego contestó:
—Señor, quiero recobrar la vista.
42 Jesús le dijo:
—¡Recóbrala! Por tu fe has sido sanado.
43 En aquel mismo momento el ciego recobró la vista, y siguió a Jesús alabando a Dios. Y toda la gente que vio esto, también alababa a Dios.
Reflexiona
¿Cómo responde Jesús al hombre rico que le pregunta qué debe hacer para recibir la vida eterna? ¿Cuál es la reacción del hombre? ¿Qué piensas acerca de lo que dijo Jesús? ¿Por qué la gente le dice al ciego que se calle (versículo 39)? ¿Qué le pide el ciego a Jesús? ¿Cuál es el papel de la fe en estas historias?
Ora
Señor Dios, cada vez que sienta que no tengo lo suficiente o lo que quiero, recuérdame las formas en que me has bendecido y ayúdame a compartir esas bendiciones con amor, como una expresión de mi confianza y fe en ti. Amén.
Lectura para mañana
Lucas 19:1–10: Un cobrador de impuestos quiere ver a Jesús.