28 de julio
Introducción
Salmos 40: este salmo celebra lo que Dios ha hecho por el autor. Aunque muchos de los salmos que piden la ayuda de Dios demuestran un camino que va desde la desesperación a la alabanza, este comienza alabando a Dios y finaliza con un pedido de ayuda. Sería bueno que compares los versículos 13–17 con la lectura paralela en el Salmo 70.
Versículo bíblico para hoy: Salmos 40:11
Y tú, Señor, ¡no me niegues tu ternura! ¡Que siempre me protejan tu amor y tu fidelidad!
Lectura
40 (2) Puse mi esperanza en el Señor,
y él se inclinó para escuchar mis gritos;
2 (3) me salvó de la fosa mortal,
me libró de hundirme en el pantano.
Afirmó mis pies sobre una roca;
dio firmeza a mis pisadas.
3 (4) Hizo brotar de mis labios un nuevo canto,
un canto de alabanza a nuestro Dios.
Muchos, al ver esto, se sintieron conmovidos
y pusieron su confianza en el Señor.
4 (5) ¡Feliz el hombre que confía en el Señor
y no busca a los insolentes
ni a los que adoran a dioses falsos!
5 (6) Señor y Dios mío,
muchas son las maravillas que tú has hecho
y las consideraciones que nos tienes.
¡Nada es comparable a ti!
Quisiera anunciarlas, hablar de ellas,
pero son más de las que puedo contar.
6 (7) Tú no te complaces en los sacrificios
ni en las ofrendas de cereales;
tampoco has pedido holocaustos
ni ofrendas para quitar el pecado.
En cambio, me has abierto los oídos.
7 (8) Por eso he dicho: Aquí estoy,
tal como el libro dice de mí.
8 (9) A mí me agrada hacer tu voluntad, Dios mío;
¡llevo tu enseñanza en el corazón!
9 (10) En presencia de tu pueblo numeroso
he dado a conocer lo que es justo.
¡Tú bien sabes, Señor, que no he guardado silencio!
10 (11) No me he quedado callado acerca de tu justicia;
he hablado de tu fidelidad y salvación.
Jamás he ocultado tu amor y tu verdad
ante tu pueblo numeroso.
11 (12) Y tú, Señor, ¡no me niegues tu ternura!
¡Que siempre me protejan tu amor y tu fidelidad!
12 (13) Pues me han pasado tantas desgracias
que ni siquiera las puedo contar.
Me han atrapado mis propias maldades;
¡hasta he perdido la vista!
Son más que los pelos de mi cabeza,
y hasta el ánimo he perdido.
13 (14) Señor, por favor, ¡ven a librarme!
Señor, ¡ven pronto en mi ayuda!
14 (15) ¡Que sean puestos en completo ridículo
los que tratan de acabar con mi vida!
¡Que huyan en forma vergonzosa
los que quieren hacerme daño!
15 (16) ¡Que huyan avergonzados
los que se burlan de mí!
16 (17) Pero que todos los que te buscan
se llenen de alegría;
que cuantos desean tu salvación
digan siempre: «¡El Señor es grande!»
17 (18) Y a mí, que estoy pobre y afligido,
no me olvides, Señor.
Tú eres quien me ayuda y me liberta;
¡no te tardes, Dios mío!
Reflexiona
El escritor comienza con un reconocimiento de esperar «pacientemente la ayuda del Señor». Según los versículos 2 y 3, ¿cómo experimentó el escritor la ayuda de Dios? ¿Alguna vez has experimentado un momento en el que necesitabas esperar con paciencia? ¿Cuáles fueron tus pensamientos en ese momento? Vuelve a leer los versículos 12–17. ¿Para qué está buscando el escritor la ayuda de Dios?
Ora
Señor misericordioso, tu amor y lealtad me mantienen a salvo. Sé que escuchas cuando oro, y que oyes mi clamor cuando te llamo pidiendo ayuda. Amo hacer tu voluntad, oh Dios, y guardo tu enseñanza en mi corazón. Gracias por tu amor, cuidado y fidelidad constantes. Amén.
Lectura para mañana
Salmos 41: una oración por sanación de una enfermedad.