Introducción
Salmos 68:1–18: Hoy comenzamos a leer la primera mitad del Salmo 68, un salmo que se enfoca en alabar a Dios. Incluye un recuerdo histórico de la constante presencia y cuidado de Dios hacia los israelitas en el desierto después de que salieron de Egipto, así como de las victorias en batallas contra reyes cananeos. Referencias inusuales en este salmo han llevado a algunos estudiosos a suponer que incluye fragmentos de escritos más antiguos (como Jueces 5:4–5, 16).
Versículo bíblico para hoy: Salmos 68:4
Canten ustedes a Dios, canten himnos a su nombre; alaben al que cabalga sobre las nubes. ¡Alégrense en el Señor! ¡Alégrense en su presencia!
Lectura
(1) Del maestro de coro. Salmo y cántico de David.
68 (2) Cuando Dios entra en acción,
sus enemigos se dispersan;
los que le odian huyen de su presencia;
2 (3) desaparecen como el humo en el aire,
se derriten como la cera en el fuego;
¡ante Dios están perdidos los malvados!
3 (4) Pero los buenos se alegran;
ante Dios se llenan de gozo,
¡saltan de alegría!
4 (5) Canten ustedes a Dios,
canten himnos a su nombre;
alaben al que cabalga sobre las nubes.
¡Alégrense en el Señor!
¡Alégrense en su presencia!
5 (6) Dios, que habita en su santo templo,
es padre de los huérfanos
y defensor de las viudas;
6 (7) Dios da a los solitarios un hogar donde vivir,
libera a los prisioneros y les da prosperidad;
pero los rebeldes vivirán en tierra estéril.
7 (8) Oh Dios, cuando saliste al frente de tu pueblo
marchando a través del desierto,
8 (9) la tierra tembló,
la lluvia cayó del cielo,
el Sinaí tembló delante de Dios,
delante del Dios de Israel.
9 (10) Oh Dios, tú hiciste llover en abundancia;
tu pueblo estaba agotado, y tú le diste fuerza.
10 (11) Tu pueblo se estableció allí
y tú, oh Dios, por tu bondad,
le diste al pobre lo necesario.
11 (12) El Señor dio un mensaje;
muchas mujeres lo anunciaban:
12 (13) «¡Están huyendo los reyes y sus ejércitos!»
En casa, las mujeres se repartían
lo que se le había quitado al enemigo,
13 (14) pero ustedes se quedaron entre los rediles.
¡Alas de paloma cubiertas de plata!
¡Sus plumas cubiertas de oro fino!
14 (15) Cuando el Todopoderoso hizo huir a los reyes,
nevaba sobre el monte Salmón.
15 (16) ¡Qué altos son los montes de Basán,
y qué elevadas sus cumbres!
16 (17) Ustedes, que son montes tan altos,
¿por qué miran con envidia
el monte donde Dios quiso residir?
¡El Señor vivirá allí para siempre!
17 (18) Dios cuenta por millones sus carros de combate;
del Sinaí vino en ellos a su templo.
18 (19) Oh Dios, subiste a lo alto llevando cautivos;
recibiste tributo entre los hombres
y hasta los rebeldes se rindieron a ti, Señor.
Reflexiona
¿Cómo se describe a Dios en los versículos iniciales (1–6)? Los versículos 7–18 han sido comparados con una procesión, que comienza con la salida de Egipto y concluye con la entrada en el templo de Jerusalén. Al leer estos versículos, trata de seguir el recorrido del pueblo de Israel. (Consulta Efesios 4:8 para ver cómo el apóstol Pablo utiliza este salmo).
Ora
Dios todopoderoso, canto tus alabanzas. Tú eres santo, y me regocijo en tu presencia. Guíame y dirígeme cada día mientras crezco en el conocimiento de tus caminos. Amén.
Lectura para mañana
Salmos 68:19–35: Una canción de triunfo