Resoluciones: ¡He estado allí, he hecho eso!

Mantendré una dieta saludable.

Leeré la Biblia todos los días

Haré ejercicios tres veces a la semana.

Bajaré diez kilos.

Las declaraciones como las que se mencionan arriba, hechas en este tiempo del año generalmente se llaman resoluciones del año nuevo. He tomado resoluciones semejantes y tú lo has hecho también. Hacer resoluciones para comenzar el nuevo año es tan tradicional como el dar y recibir regalos en Navidad. ¡Es algo que hacemos!

¿Tomaste una resolución o te pusiste una meta para 2017? ¿Cómo te fue? En mi preparación para escribir este artículo investigué un poco para ver cómo la gente, en general, cumple con sus resoluciones. Un estudio dice que el 80 por ciento de las resoluciones en el año nuevo fracasan antes de llegar al mes de febrero, y peor, solo el ocho por ciento de las personas guardan sus resoluciones. Son muchas las razones por las que no cumplimos con las resoluciones, a veces por haber tomado demasiadas resoluciones o por desanimarnos después de unas fallas menores. Si resuelvo hacer ejercicios tres veces a la semana y dejo pasar una semana o dos sin hacer ejercicios, es más probable que deje la resolución entera en vez de reiniciar mi programa.

Busqué la lista de las cinco metas que puse al final de 2016 y casi un año después veo que tuve éxito en cumplir con dos de las cinco metas—40 por ciento. ¡No es malo, pero tampoco muy bueno! ¿Qué podemos hacer para tener otra idea en cuanto a las resoluciones y metas y poder cumplir con ellas para nuestro bien y para la gloria de Dios?

Leí un artículo escrito por Lindsay Holmes con el título «Cincuenta resoluciones saludables que no son bajar de peso». De su lista saqué tres que si se practicaran y lograran cambiarían significativamente nuestras vidas. Y estas prácticas tienen su base en la Biblia, que Dios nos ha dado para ayudarnos a entender cómo podemos tener la vida hasta lo pleno.

Comencemos:
ç

  1. Mantén un diario. He mantenido un diario por muchos años y escribo en él casi todos los días. Lo que hace un diario es darnos perspectiva. Vemos los éxitos y los fracasos, las peticiones para la oración y las respuestas, los momentos buenos y malos, escritos en el tiempo real y podemos ver evidencia cómo, por la gracia de Dios, avanzamos y salimos al otro lado. Para mantener un diario, establece unas metas pequeñas, talvez, escribiendo una vez cada semana o en cada día lluvioso. Escribe de corazón, como si estuvieras comunicándote con un amigo querido. ¡Sé honesto y observa cómo creces! Muchos de los salmos de la Biblia no son solo «cantos», sino una ventana al alma de David y su diario espiritual. Hoy nos sirven consolándonos e inspirándonos cuando pasamos por experiencias similares. Lee Salmos 23 y 51 para sentir dos experiencias diferentes de las cuales David escribió.
  2. Practica la gratitud. Una de las primeras lecciones que enseñamos a los niños es a decir «por favor» y «muchas gracias». Mientras veo a mis nietos pequeños, especialmente cuando llegan a la edad de cuatro años, les resulta especialmente difícil pronunciar esas dos palabras que expresan el desbordamiento del corazón: «¡Muchas gracias!» Yo sé que hay ocasiones cuando no doy «gracias». A veces tomo la comida, especialmente cuando estoy en la calle, y me olvido ser agradecido. Ahora, paro, hago la señal de la cruz —porque me ayuda a enfocarme—y rezo: «Bendícenos, Señor, y estos tus dones que estamos a punto de recibir de tu generosidad, por medio de Cristo nuestro Señor. Amén». Es una forma de practicar la gratitud. Y si soy fiel en agradecerle a Dios por las cosas más mínimas, de seguro daré gracias a mi esposa, mis colaboradores, mis amigos y a Dios mismo. El apóstol Pablo nos recuerda: «Den gracias a Dios por todo, porque esto es lo que él quiere de ustedes como creyentes en Cristo Jesús» (1 Tesalonicenses 5:18).

  3. Aprende y repite un versículo, una oración o un canto. Pablo combina el tema de la gratitud con la idea de poder expresar esa gratitud o la necesidad de tener ayuda o la seguridad de tener acceso a la misericordia y la gracia de Dios, en Colosenses 3:15–16: «Y que la paz de Cristo reine en sus corazones, porque con este propósito los llamó Dios a formar un solo cuerpo. Y sean agradecidos. Que el mensaje de Cristo permanezca siempre en ustedes con todas sus riquezas. Instrúyanse y amonéstense unos a otros con toda sabiduría. Con corazón agradecido canten a Dios salmos, himnos y cantos espirituales». Iniciando este nuevo año, sugiero que elijas un versículo de la Biblia, una oración escrita o un canto que puede ser tu lema para el 2018. Apréndelo y comienza a usarlo como una «frase de oración» para el año. Úsala cuando te levantes, antes de acostarte, cuando te sientas tentado, o cuando estés desanimado o solo. Te sorprenderá cómo puede esta «frase de oración» afectar tu día, tus semanas y tu año. Puede ser todo o una parte del pasaje de Colosenses citado arriba, o una oración como la Oración de Paz de san Francisco de Asís:

    Oh, Señor, hazme un instrumento de tu paz.
    Donde haya odio, que lleve yo el amor.
    Donde haya ofensa, que lleve yo el perdón.
    Donde haya discordia, que lleve yo la unión.
    Donde haya duda, que lleve yo la fe.
    Donde haya error, que lleve yo la verdad.
    Donde haya desesperación, que lleve yo la alegría.
    Donde haya tinieblas, que lleve yo la luz.

    Oh, Maestro, haced que yo no busque tanto ser consolado,
    sino consolar; ser comprendido, sino comprender; ser amado, como amar.

    Porque es: dando, que se recibe;
    Perdonando, que se es perdonado;
    Muriendo, que se resucita a la vida eterna. Amén.

    Todo tiene que ver con el primer paso. No te derrotes emocional y espiritualmente tratando de cumplir el primero de enero con las resoluciones de todo el año. Permite que el Espíritu Santo plante raíces pequeñas en ti para que tengas la oportunidad de producir buen fruto durante todo el año.