La Palabra nos dice que «solo los de corazón limpio verán a Dios» (Mateo 5:8).

Nuestro anhelo diario es ver a Dios obrando en nuestras vidas, guiando nuestros caminos, llevando de la mano a nuestros hijos, fortaleciendo nuestros matrimonios. ¡Verlo en todos los aspectos de la vida!

Todo niño al nacer viene con un corazón puro, limpio, inocente, viene de la presencia de Dios. Por eso, el Señor hace énfasis en que solo los que son como niños entrarán en el reino de Dios; y esto es porque no están prejuiciados ni manchados por la maldad del mundo. A medida que vamos creciendo, el pecado y la maldad van opacando esa inocencia y nos van separando de Dios y enfriando nuestra relación con Él.

Solo la Palabra de Dios lavará y purificará nuestros corazones para que podamos acercarnos a Él. La Palabra aumentará nuestra fe, elevará nuestra confianza, alimentará nuestro espíritu, desarrollará nuestra dependencia de Dios y creará una nueva conciencia e intimidad con nuestro Padre.

La pureza de corazón nos permitirá tener un acceso directo y más rápido a Dios, nos ayudará a ver su obra más claramente en nuestras vidas, a ver el propósito de Dios en nuestros hijos y familiares, ver el porqué y el para qué. En fin, ver a Dios en medio de las pruebas y las dificultades, ver la luz en medio de la oscuridad, reconocer el plan de Dios cada día, ¡todos los días!

Hoy te invito a hacer de la Palabra tu herramienta más poderosa de purificación y conocimiento de Dios.

Cuéntanos cómo tu corazón ha sido purificado por la Palabra y ha mejorado tu relación con Dios.

Salmos 51:7 Purifícame con hisopo y quedaré limpio

Salmos 51:10-12 Crea en mí un corazón limpio

Salmos 119:7 Te alabaré con corazón sincero