Reflexiona:

«Solamente le ruego que ordene que mi sirviente se sane; yo sé que él quedará completamente sano».

Piensa:

Cuando un pastelero o un chef va a preparar algo, revisa detenidamente la lista de sus ingredientes porque hasta el más pequeño detalle puede afectar el sabor e incluso arruinar el platillo. Y eso es lo mismo que nos deja de enseñanza el Evangelio de hoy, para que el Señor pueda hacer milagros en nuestras vidas es necesario tener los ingredientes para que poder trabajar: humildad y sobre todo fe.

Casi todos estamos acostumbrados a tener el control, por eso es muy importante observar la actitud de este capitán romano; no se dirige a Jesús ordenándole que lo ayude, sino que se despoja de su autoridad y se hace pequeño frente a el y le pide humildemente que sane a su criado. No le dice cómo ni cuándo, no le da instrucciones, lo deja en sus manos.

Casi siempre cuando pensamos en hacer oración le pasamos a Dios como una lista de deseos: lo que queremos, cómo lo queremos, de qué forma queremos que se haga, etc. Y no nos damos cuenta de que la forma que Dios tiene de actuar en nuestras vidas siempre es la más adecuada, Él siempre va a buscar nuestro beneficio, siempre vela por nuestro bien, por eso es necesario confiar completamente en su amor, y abandonarnos a su misericordia.

A partir de hoy aprendamos a dejar en manos de Dios las cosas que necesitamos, digámosle: «Señor, tengo este problema; lo dejo en tus manos».

Dialoga:

Señor Jesús, enséñame a orar, que sepa fijarme en las cosas buenas que tú quieres para mi y que hacen falta en mi vida y la de mis hermanos, permíteme confiar completamente en tu amor para dejar en tus manos mis necesidades y carencias. Señor, no soy digno; pero una palabra tuya bastará.

Concéntrate:

Repite varias veces durante el día: «Señor, una palabra tuya bastará en mi vida»

Recalculando:

A veces somos muy desconfiados cuando creemos que nosotros no podemos lograr algo, por tal motivo, ese deseo que quisiéramos realizar, obviamente no se realiza, porque detrás de todo está nuestra falta de confianza. Hoy te invito a que selecciones una de estas obras que quieres realizar, pongas tu empeño en ello, pero déjale al Señor que decida cómo será el proceso. Confía en él, porque Jesús nunca desampara a quien tiene fe. Estoy seguro de que tu vida cambiará para bien y tu fe aumentará, cuando pongas en manos del Señor tus empresas.

Texto del Evangelio de hoy: San Lucas 7:1-10

Cuando Jesús terminó de enseñar a la gente, se fue al pueblo de Cafarnaúm. Allí vivía un capitán del ejército romano, que tenía un sirviente a quien apreciaba mucho. Ese sirviente estaba muy enfermo y a punto de morir.

Cuando el capitán oyó hablar de Jesús, mandó a unos jefes de los judíos para que lo buscaran y le dijeran: «Por favor, venga usted a mi casa y sane a mi sirviente.»

Ellos fueron a ver a Jesús y le dieron el mensaje. Además, le rogaron: «Por favor, haz lo que te pide este capitán romano. Merece que lo ayudes, porque es un hombre bueno. A los judíos nos trata bien, ¡y hasta mandó construir una sinagoga para nosotros!»

Jesús fue con ellos, y cuando estaban cerca de la casa, el capitán romano mandó a unos amigos para que le dijeran a Jesús: «Señor, no se moleste usted por mí, yo no merezco que entre en mi casa. Tampoco me siento digno de ir a verlo yo mismo. Solamente le ruego que ordene que mi sirviente se sane; yo sé que él quedará completamente sano. Yo estoy acostumbrado a dar órdenes y a obedecerlas. Cuando le digo a uno de mis soldados: “¡Ve!”, me obedece y va. Si le digo a otro: “¡Ven!”, me obedece y viene. Y si le digo a uno de mis sirvientes: “¡Haz esto!”, lo hace.»

Al escuchar las palabras del capitán, Jesús se quedó admirado y les dijo a quienes lo seguían: «En todo Israel no he encontrado a nadie que confíe tanto en mí, como este capitán romano.»

Cuando los mensajeros regresaron a la casa, encontraron al sirviente completamente sano.

Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual  ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.