Reflexiona:

«No quiero que me sacrifiquen animales, sino que amen y ayuden a los demás.»

Piensa:

Es muy triste ver como cada día las personas, y en especial los jóvenes, se sienten menos identificados con la fe y con la Iglesia; y no es que Jesús no sea una inspiración y un ejemplo para seguir, sino que el problema radica en las personas encargadas de formar a esos jóvenes, quienes deben ser un ejemplo de servicio y amor. Muchas veces se convierten en inquisidores y solo critican, imponen castigos y señalan los errores.

El Evangelio de hoy tiene un mensaje muy claro: «La ley de Dios es para la felicidad del hombre». Todos los mandamientos están hechos para guiarnos por el camino de la alegría, pero a lo largo de los años nos han enseñado a tenerle miedo a Dios, a verlo como un árbitro que está llevando la cuenta de nuestros errores y nuestras faltas.

En más de una ocasión me ha tocado ver a líderes de pastoral e incluso sacerdotes y obispos, que convierten el mensaje de amor de Dios en un discurso de discriminación en contra de quienes creen que se han equivocado, y en lugar de hacer de nuestra Iglesia un lugar donde las personas puedan encontrar paz y consuelo, la vuelven un tribunal donde nos echan en cara nuestros errores.

Por eso hoy más que nunca vale reflexionar sobre este recordatorio de Jesús. Lo que importa es el amor que somos capaces de dar, y el amor no se trata de consentir todo, quien ama de verdad te corrige, pero lo hace con tacto y paciencia, te invita y te ayuda; no te juzga o te segrega.

Este Evangelio es una invitación para todos quienes se sienten excluidos, a que vuelvan al camino de Dios, sin importar lo que nos hayan dicho, o los errores que hayamos cometido; en Dios siempre encontraremos el consuelo y el amor si verdaderamente queremos vivir una vida de amor.

Y al mismo tiempo es una llamada de atención para todos los que alguna vez hemos juzgado o incluso hemos alejado a otros por considerarlos indignos, pidamos a Dios que nos ayude a crecer en la humildad y poder ser un reflejo de su amor incondicional y sincero para todos.

Dialoga:

Señor Jesús, dame la gracia de saber vivir como un hijo tuyo, dejar de lado mi egoísmo y falta de compromiso, para ser un mejor reflejo de tu amor incondicional; que sepa pedir perdón a quienes he juzgado y que al mismo tiempo sepa reconocer mis faltas y hacer un compromiso sincero de vivir una vida más acorde con tu Palabra. 

Concéntrate:

Repite varias veces durante el día: «Señor, ayúdame a vivir en tu amor»

Recalculando:

El replantearnos la ruta del camino hoy nos puede llevar a una acción externa de servicio. Hagamos hoy algo que sea diferente, visita a una persona que puede estar sola, o trata de llamar a tus conocidos a ver quien necesita ayuda. Seguro encuentras algo para hacer que ayude a los demás. Verás que te sientes mejor haciendo estas ayudas.

Texto del Evangelio de hoy: San Mateo 12:1-8

Un sábado, Jesús y sus discípulos andaban por un campo sembrado de trigo. Los discípulos tuvieron hambre y comenzaron a arrancar espigas y a comerse el grano.

Cuando los fariseos vieron que los discípulos arrancaban trigo, le dijeron a Jesús:

—¡Mira lo que hacen tus discípulos! ¡Está prohibido hacer eso en el día de descanso!

Jesús les respondió:

—¿No han leído en la Biblia lo que hizo el rey David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre? Entraron en la casa de Dios y comieron el pan sagrado. Ni a David ni a sus compañeros les estaba permitido comer ese pan. Sólo los sacerdotes podían comerlo. ¿Tampoco han leído los libros de la ley de Moisés? ¿No saben que los sacerdotes pueden trabajar en el templo en el día de descanso, sin que nadie los acuse de nada? Pues les aseguro que aquí hay algo más importante que el templo. Ustedes no entienden esto que Dios dijo: “No quiero que me sacrifiquen animales, sino que amen y ayuden a los demás”. Si lo entendieran, no estarían acusando a gente inocente. Porque yo, el Hijo del hombre, soy quien decide lo que puede hacerse en el día de descanso, y lo que no puede hacerse.»

Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.