Reflexiona:
«Les aseguro que Dios les quitará a ustedes el derecho de pertenecer a su reino, y se lo dará a los que lo obedecen en todo.»
Piensa:
Cuantas veces sucede que se inaugura un restaurante, una discoteca o una tienda que es muy «exclusiva», la intención del dueño es que la gente vaya, lo visite, que entren y compren en su establecimiento, pero muchas veces los encargados ya sean gerentes o incluso los porteros. Se sienten con el derecho de prohibir el acceso a su gusto, se sienten «como si fueran los dueños», y se les olvida que sólo son empleados.
En la vida espiritual muchas veces pasa lo mismo. Nos topamos con personas que se sienten los «dueños de la salvación» como si Dios les perteneciera y son ellos quienes pueden decidir quién entra y quién no. Sí, lamentablemente es así, seguramente estarás pensando en algún ministro o servidor que tiene mala actitud, pero la realidad es que todos hemos recibido dones que no nos pertenecen, sino que deben ser puestos al servicio de los demás.
Esa excelente memoria, la facilidad para sacar buenas notas en el colegio, la habilidad en los deportes o para los negocios, nuestros conocimientos en informática o en ciencias, son dones que vienen de Dios. Esa es la «viña» que nos ha sido rentada, no nos pertenece; y en algún momento se nos pedirán cuentas de qué fue lo que hicimos con esos bienes, cuánto hemos producido, a cuántas personas hemos ayudado, cómo utilizamos nuestros dones para servir a otros.
¿Estás listo para que el dueño de la viña te pida cuentas? ¿Qué frutos has dado a Dios hasta el día de hoy en tu vida? ¿Eres tú uno de esos viñadores homicidas que rechazan a Cristo con su rebeldía, incredulidad o indiferencia? Ojalá que no. En la vida solo hay dos posibilidades: o entregamos frutos o nos será negada cualquier recompensa.
Dialoga:
Señor Jesús, te doy gracias por los dones que me has regalado, y te pido perdón si no he sabido ponerlos al servicio de los demás para entregarte cuentas de tu generosidad. Hoy quiero poner en tus manos mi corazón para que tú lo conviertas en una fuente que derrame tu amor a las personas que me rodean. Dame la disposición para servir siempre a mis hermanos y ser un siervo fiel y diligente.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Señor, hazme un siervo fiel»
Recalculando:
Concéntrate en tus dones, aquellas cosas que sabes que haces bien. Ahora piensa en compartir algo de esto con los demás. Por ejemplo, si tienes facilidades para el estudio de una materia, o habilidades para hacer una cosa bien hecha, ¿cómo podrías enseñarle a alguien algo que de lo que tú sabes hacer? Se trata de compartir porque algún día darás cuentas de los dones recibidos y de los que pudiste también participar a otros.
Texto del Evangelio de hoy: San Mateo 21:33-43, 45-46
«Escuchen este otro ejemplo: El dueño de un terreno sembró una viña, y alrededor de ella construyó un cerco. Preparó un lugar para hacer vino con las uvas que cosechara, y construyó una torre para vigilar el terreno. Luego, alquiló la viña a unos hombres y se fue de viaje.
»Cuando llegó el tiempo de la cosecha, el dueño del terreno envió a unos sirvientes para pedir la parte de la cosecha que le correspondía. Pero los que alquilaron la viña trataron mal a los sirvientes. A uno de ellos lo golpearon, a otro lo mataron, y a otro le tiraron piedras.
»Entonces el dueño envió más sirvientes que al principio, pero los hombres los trataron igual. Finalmente, el dueño envió a su hijo, porque pensó: “Esos hombres sí respetarán a mi hijo.”
»Pero cuando los hombres vieron que había llegado el hijo del dueño, dijeron entre ellos: “Este muchacho heredará la viña cuando el dueño muera. Vamos a matarlo; así nos quedaremos con todo.”
»Los hombres agarraron al muchacho, lo sacaron de la viña y lo mataron.
»Cuando venga el dueño de la viña, ¿qué piensan ustedes que hará con esos hombres?»
Ellos contestaron:
El dueño matará sin compasión a esos malvados. Luego les alquilará la viña a otros hombres que le entreguen la parte de la cosecha que le corresponde.
Jesús les dijo:
¿No recuerdan lo que dice la Biblia?:
“La piedra que rechazaron
los constructores del templo
es ahora la piedra principal.
; Esto nos deja maravillados,
pues Dios es quien lo hizo.”»Les aseguro que Dios les quitará a ustedes el derecho de pertenecer a su reino, y se lo dará a los que lo obedecen en todo.»
Cuando los sacerdotes principales y los fariseos escucharon estas comparaciones y ejemplos, se dieron cuenta de que Jesús hablaba de ellos. Entonces quisieron apresarlo, pero no se atrevieron a hacerlo. Y es que tenían miedo de la gente, porque la gente pensaba que Jesús era un profeta.
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.