La renovadora Palabra de Dios: Sabiduría
Introducción
Juan 6:25-59: El día después de la milagrosa alimentación de la gente por parte de Jesús, la multitud fue a buscarlo. Cuando lo encontraron, Jesús explicó la diferencia entre el maná que sus antepasados comieron en el desierto y el «verdadero pan del cielo». Sin embargo, hubo gente entre la multitud que discrepó con lo que dijo, y comenzaron a tener discusiones entre ellos.
Lectura para hoy
Jesús, el pan de la vida
25 Al llegar ellos al otro lado del lago, encontraron a Jesús y le preguntaron:
—Maestro, ¿cuándo viniste acá?
26 Jesús les dijo:
—Les aseguro que ustedes me buscan porque comieron hasta llenarse, y no porque hayan entendido las señales milagrosas. 27 No trabajen por la comida que se acaba, sino por la comida que permanece y que les da vida eterna. Ésta es la comida que les dará el Hijo del hombre, porque Dios, el Padre, ha puesto su sello en él.
28 Le preguntaron:
—¿Qué debemos hacer para realizar las obras que Dios quiere que hagamos?
29 Jesús les contestó:
—La única obra que Dios quiere es que crean en aquel que él ha enviado.
30 Le preguntaron entonces:
—¿Qué señal puedes darnos, para que al verla te creamos? ¿Cuáles son tus obras? 31 Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: “Les dio a comer pan del cielo.”
32 Jesús les contestó:
—Les aseguro que no fue Moisés quien les dio a ustedes el pan del cielo, sino que mi Padre es quien les da el verdadero pan del cielo. 33 Porque el pan que Dios da es el que ha bajado del cielo y da vida al mundo.
34 Ellos le pidieron:
—Señor, danos siempre ese pan.
35 Y Jesús les dijo:
—Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí, nunca tendrá hambre; y el que cree en mí, nunca tendrá sed. 36 Pero como ya les dije, ustedes no creen aunque me han visto. 37 Todos los que el Padre me da, vienen a mí; y a los que vienen a mí, no los echaré fuera. 38 Porque yo no he bajado del cielo para hacer mi propia voluntad, sino para hacer la voluntad de mi Padre, que me ha enviado. 39 Y la voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda a ninguno de los que me ha dado, sino que los resucite en el día último. 40 Porque la voluntad de mi Padre es que todos los que miran al Hijo de Dios y creen en él, tengan vida eterna; y yo los resucitaré en el día último.
41 Por esto los judíos comenzaron a murmurar de Jesús, porque afirmó: «Yo soy el pan que ha bajado del cielo.» 42 Y dijeron:
—¿No es este Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?
43 Jesús les dijo entonces:
—Dejen de murmurar. 44 Nadie puede venir a mí, si no lo trae el Padre, que me ha enviado; y yo lo resucitaré en el día último. 45 En los libros de los profetas se dice: “Dios instruirá a todos.” Así que todos los que escuchan al Padre y aprenden de él, vienen a mí.
46 «No es que alguno haya visto al Padre; el único que lo ha visto es el que procede de Dios. 47 Les aseguro que quien cree, tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan que da vida. 49 Los antepasados de ustedes comieron el maná en el desierto, y a pesar de ello murieron; 50 pero yo hablo del pan que baja del cielo; quien come de él, no muere. 51 Yo soy ese pan vivo que ha bajado del cielo; el que come de este pan, vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi propia carne. Lo daré por la vida del mundo.»
52 Los judíos se pusieron a discutir unos con otros:
—¿Cómo puede éste darnos a comer su propia carne?
53 Jesús les dijo:
—Les aseguro que si ustedes no comen la carne del Hijo del hombre y beben su sangre, no tendrán vida. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo lo resucitaré en el día último. 55 Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre, vive unido a mí, y yo vivo unido a él. 57 El Padre, que me ha enviado, tiene vida, y yo vivo por él; de la misma manera, el que se alimenta de mí, vivirá por mí. 58 Hablo del pan que ha bajado del cielo. Este pan no es como el maná que comieron los antepasados de ustedes, que a pesar de haberlo comido murieron; el que come de este pan, vivirá para siempre.
59 Jesús enseñó estas cosas en la sinagoga en Cafarnaúm.
Versículo clave de hoy: Juan 6:35
Y Jesús les dijo: —Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí, nunca tendrá hambre; y el que cree en mí, nunca tendrá sed.
Reflexiona
Después de que Jesús le dice a la gente que Dios quería que creyeran «en aquel que él ha enviado» (versículo 29), la gente demandó un milagro. ¿Por qué? ¿Cómo se contrasta Jesús como el «verdadero pan del cielo» con el maná que fue dado a los antepasados del pueblo en el desierto (versículos 32, 33, 58)? Nuevamente, Jesús dice que él es «el pan que da vida» (versículo 48) y que «el que come de este pan, vivirá para siempre» (versículo 58). ¿Qué significa para ti que Jesús sea «el pan que da vida»? ¿Cómo respondió Jesús a quienes pusieron en duda sus palabras (versículos 53-58)?
Ora
Señor Jesús, tú eres el verdadero pan que da vida, que ha venido del Cielo a dar vida al mundo. Tengo hambre y sed de tu Palabra cada día y confío en tu promesa de que todo el que cree será resucitado en el último día. Amén.
Y ahora, unámonos en oración por la distribución de Escrituras a las personas de África Central. Señor Dios, la gente de África Central ha experimentado una violencia horrible, y necesita conocer el poder sanador de tu Palabra. Oramos que quienes han experimentado dolor y persecución puedan hallar paz a través de las Santas Escrituras y que cada Biblia puesta en las manos y corazones de los hombres, mujeres y niños resulte en una diferencia eterna en sus almas y una diferencia inmediata para las naciones de esta región. Te agradecemos, Señor Dios, que, a través de la generosidad de los donantes, aquellos que están dolidos se están acercando a ti. Amén.
Lectura para mañana
Juan 6:60-71: Las palabras de Jesús ofrecen vida eterna.