La Palabra de Dios que guía: amor

Introducción

Juan 3:1–21: Nicodemo, un fariseo, se acerca a Jesús durante la noche y le hace preguntas sobre el reino de Dios. Jesús describe lo que significa nacer del Espíritu y dice que, al creer en él, uno tendrá vida eterna. La lectura concluye con un contraste entre la luz y la oscuridad. La luz es una imagen prominente en el Evangelio de Juan (véanse 1:4–5, 9; 8:12; 9:5) e indica la presencia de Dios.

Lectura para hoy

Había un fariseo llamado Nicodemo, que era un hombre importante entre los judíos. Éste fue de noche a visitar a Jesús, y le dijo:

—Maestro, sabemos que Dios te ha enviado a enseñarnos, porque nadie podría hacer los milagros que tú haces, si Dios no estuviera con él.

Jesús le dijo:

—Te aseguro que el que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios.

Nicodemo le preguntó:

—¿Y cómo puede uno nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso podrá entrar otra vez dentro de su madre, para volver a nacer?

Jesús le contestó:

—Te aseguro que el que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de padres humanos, es humano; lo que nace del Espíritu, es espíritu. No te extrañes de que te diga: “Todos tienen que nacer de nuevo.” El viento sopla por donde quiere, y aunque oyes su ruido, no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así son también todos los que nacen del Espíritu.

Nicodemo volvió a preguntarle:

—¿Cómo puede ser esto?

10 Jesús le contestó:

—¿Tú, que eres el maestro de Israel, no sabes estas cosas? 11 Te aseguro que nosotros hablamos de lo que sabemos, y somos testigos de lo que hemos visto; pero ustedes no creen lo que les decimos. 12 Si no me creen cuando les hablo de las cosas de este mundo, ¿cómo me van a creer si les hablo de las cosas del cielo?

13 »Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo; es decir, el Hijo del hombre. 14 Y así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también el Hijo del hombre tiene que ser levantado, 15 para que todo el que cree en él tenga vida eterna.

16 »Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. 17 Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.

18 »El que cree en el Hijo de Dios, no está condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado por no creer en el Hijo único de Dios. 19 Los que no creen, ya han sido condenados, pues, como hacían cosas malas, cuando la luz vino al mundo prefirieron la oscuridad a la luz. 20 Todos los que hacen lo malo odian la luz, y no se acercan a ella para que no se descubra lo que están haciendo. 21 Pero los que viven de acuerdo con la verdad, se acercan a la luz para que se vea que todo lo hacen de acuerdo con la voluntad de Dios.

Versículo clave de hoy: Juan 3:16

Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna.

Reflexiona

Nicodemo aparece solo en el Evangelio de Juan (véanse 7:50–51; 19:39–42). ¿Cómo responde Jesús a las preguntas de Nicodemo? ¿Cuál es tu comprensión del reino de Dios y de «nacer de agua y del Espíritu», como lo describe Jesús en el versículo 5? ¿Qué significa para ti la vida eterna? Vuelve a leer el versículo 16 y sustituye «el mundo» por tu nombre. ¿Alguna vez has memorizado este versículo?

Ora

Señor Jesús, eres mi Salvador. Gracias por ofrecerme vida eterna al creer en ti. Ayúdame a crecer en fe y a compartir las buenas nuevas sobre el amor de Dios con aquellos que encuentre hoy. Amén.

Lectura para mañana

Juan 3:22–36: Juan el Bautista reconoce la creciente importancia del ministerio de Jesús.