El libro de los Salmos es una colección de 150 oraciones y canciones utilizadas por el antiguo pueblo de Israel en sus servicios de adoración al Señor. Lo que hace que los Salmos sigan siendo significativos aún hoy en día es su capacidad para expresar una gran gama de emociones humanas: de la tristeza a la alegría, de la desesperanza a la esperanza e incluso de la ira a la aceptación. Los autores de estos salmos le dejan saber muchas veces a Dios sobre su enojo.
El autor del salmo 77 se sentía herido y rechazado por Dios. Dedique un momento para leer Salmos 77:1-10. Otro autor le pidió a Dios que destruyera a todos sus enemigos (véase Salmo 83:1-3, 13-18). Y aun otro, utilizó una oración para expresar su frustración frente al aparente silencio de Dios. Póngase en el lugar del autor del Salmo y piense en aquellos momentos en los que quería que Dios actuara en su favor (véase Salmo 109:1-20).
Para reflexionar
- El salmo 109 es tal vez una de las composiciones más llenas de ira de la Biblia. Incluso hay quienes encuentra difícil su lectura. ¿Cuál es su reacción al leer este salmo?
- Piense en el peor enemigo que usted tenga o en alguien al que considera ser muy malo. Ahora lea este capítulo en voz alta, aprópieselo. Trate de leerlo con una voz llena de ira.
- ¿Puede hacerlo? Si ese enemigo pudiera oírle orar así, ¿se llenaría de miedo y temblor?
- ¿Alguna vez ha estado usted tan enojado como el autor del salmo? Nombre algunas cosas que lo hacen enojar.
- Si usted es parte de un grupo y desea compartir la lista con los demás, puede hacerlo.
- ¿Cree que es aceptable orar a Dios teniendo este tipo de ira? Recuerde que hay en la Biblia algunas oraciones llenas de ira.
El libro de los Salmos nos recuerdan que Dios es capaz de escuchar y trabajar con nuestra ira, no importa qué tan violenta sea. Afortunadamente, Dios responde a la ira mejor de lo que generalmente hacemos las personas. Desde hace muchos siglos Dios viene escuchando este tipo de oración.
Pero, ¿qué pasa con la ira que se dirige a Dios?
Confiamos en que Dios es bueno y ponemos nuestra esperanza en él. ¿No le parece que a veces es difícil creer esto? ¿Percibe usted siempre la bondad de Dios? ¿Qué pasa cuando la violencia golpea a las personas inocentes? O, ¿cuando la gente buena es oprimida y abusada por poderosos malhechores? ¿Alguna vez ha sentido usted la ausencia de Dios?
Hay una historia sobre esto en la Biblia. Job, un hombre bueno, perdió de repente todos sus hijos y su propiedad. Al sentirse totalmente abandonado, fue capaz de expresar honestamente su enojo a Dios. Lea la historia de Job (Job 7:7-10).
En otra historia de la Biblia, una mujer israelita llamada a Noemí experimentó la muerte de su esposo y sus dos hijos en una tierra extranjera. Ella debió sentirse como si Dios estuviera en su contra. Sin ningún apoyo, decidió regresar a su casa en Belén, en la tierra de Judá. Y a su regreso, expresó su amargura a las mujeres que salieron a saludarla (véase Rut 1:20, 21).
Para reflexionar
Lea el salmo 88. No es necesario decir si el autor de este lamento está en lo correcto al acusar a Dios de ser un Dios enojado que lo ha puesto bajo un gran peso (versículo 7). Sabemos que este grito salía de una herida profunda, una herida que era más dolorosa porque parecía ser causada por el mismo Dios.
También sabemos que Dios no ignoró ni rechazó esta queja. ¿Es posible que al escuchar atentamente este dolor y este enojo, Dios hace que sean más tolerables?
¿Ha tenido usted miedo de expresar sus quejas a Dios? ¿Qué dolor o decepción cree que Dios ha causado en su vida? ¿Qué es lo peor que ha pensado sobre Dios?
Usted lo puede decir en voz alta o mentalmente, pero hágalo sin miedo. Dios no rechazará sus pensamientos y sentimientos, no importa si se siente mal o parece enojado. Recuerde: Dios es capaz de escuchar su peor queja y todavía amarlo sin condición. Reflexione unos minutos sobre esta afirmación.
Para orar
Señor, escucha ahora las plegarias de mi corazón. Traigo delante de ti mis sentimientos más profundos y mis pensamientos más amargos, sabiendo que me amas de todos modos. Gracias por escucharme y entenderme completamente. Creo que soy tu hijo. Amén.