¿Es posible dar gracias en medio del caos? ¿Podemos agradecer cuando parece que todo está en contra nuestra? ¿Sentiremos gratitud cuando enfrentamos crisis económica, una salud quebrantada, un hogar roto o la muerte inesperada de un ser querido? Hoy más que nunca necesitamos entender lo que significa un corazón agradecido. Hay dos formas de gratitud: Una es agradecer cuando las cosas salen como uno espera y la otra cuando todo sale mal.

Dar gracias cuando las cosas salen como uno espera

Es muy fácil dar gracias en los buenos tiempos. Es normal que lo positivo genere un espíritu de gratitud. Algunas veces creemos que tuvimos suerte, otras estamos convencidos que nuestro esfuerzo valió la pena. El reto lo enfrentamos cuando el dolor y la desesperación tocan a nuestra puerta.

En la época de Acción de Gracias y Navidad mucha gente se deprime. Al hacer un recuento de su vida no entienden por qué tienen que tener un corazón agradecido. Como consecuencia la angustia crece.

Dar gracias cuando todo sale mal

Ser agradecidos en todo momento, en las épocas buenas y malas, es una disciplina que requiere una experiencia de fe.

Cuando alguien nos hiere, el dolor y la decepción ahogan nuestros pensamientos y solo vemos la oportunidad para empuñar la espada con un espíritu de venganza natural en los seres humanos, lo cual se convierte en el combustible que enciende nuestra naturaleza humana y pecaminosa. La Biblia, en cambio, nos recomienda algo diferente: «Tengan cuidado de que ninguno pague a otro mal por mal. Al contrario, procuren hacer siempre el bien, tanto entre ustedes mismos como a todo el mundo. Estén siempre contentos. Oren en todo momento» (1 Tesalonicenses‬ 5:15–17‬‬). Devolver bien por mal se logra cuando hemos aprendido a agradecer, incluso en las situaciones más negativas que se nos presentan. ‬‬

Hay otra experiencia común en la que nos es difícil dar gracias. Cuando nos esforzamos para que algo resulte bien y al final sale mal. Es cuando nos preguntamos: ¿Por qué a mí? ¿Por qué Dios permite que esto me suceda? La primera reacción es buscar un culpable y descargarle nuestra frustración, olvidando que todo lo que ocurre a los que hemos confiado en Dios, es parte de un proceso de mejora.

Dar gracias en todo no es fácil. En la vida enfrentamos grandes pruebas, pero cada circunstancia o sufrimiento, nos pueden transformar. Se necesita una fuerza especial y externa que nos impulse y dirija. La clave está en no depender en lo que podemos hacer, sino en lo que Dios prometió hacer por nosotros. Las pruebas nos pueden convertir en una persona más humana y ayudarnos a entender el sufrimiento de los demás. Es lo que se llama «ver lo bueno en lo malo»; en otras palabras, es como ver el vaso medio lleno en lugar de verlo medio vacío. Esta actitud es la precursora de la felicidad y el éxito personal.

La escritora estadounidense Melody Beattie en uno de sus escritos dice: «La gratitud abre la plenitud de la vida, convierte lo que tenemos en lo suficiente y más, la negación en la aceptación, el caos en el orden, y la confusión en claridad. Puede convertir una comida en un banquete, una casa en un hogar y un extraño en un amigo».

Para muchos el agradecimiento debe ir acompañado de un suceso que lo motive; como lo es un acontecimiento favorable. Pero es posible abrigar gratitud sin que haya ocurrido nada especial. Dios nos manda a ser capaces de dar gracias por todo, y esto incluye aquello que no ha sucedido.

Conclusión

No importa lo que te suceda en la vida, agradece. Da gracias en los momentos de alegría y en los de dolor; cuando toda va bien o cuando todo va mal. Dar gracias transforma nuestra mente y la manera en que nos vemos y vemos el mundo.

Dar gracias es la esencia de la vida cristiana y cambia la actitud. Estar en constante acción de gracias es la clave para vivir una vida feliz. Esto es muy difícil hacerlo solo; para lograrlo, necesitamos buscar la presencia de Dios en nuestras vidas.

«Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito» (Romanos‬ 8:28‬).‬ ‬‬‬‬‬

Cuando confiamos en Dios y le hemos entregado nuestra vida, preocupaciones y alegrías, él toma el timón y siempre para bien. ¡Seamos agradecidos!