Reflexiona:
Jesús dijo: «Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo he obedecido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor» (NBD).
Piensa:
Cuando un negocio piensa en convertirse en una franquicia una de las cosas más importantes es mantener el mismo estilo y calidad de producto en todas las sucursales, aunque estén en diferentes partes del mundo. Así, por ejemplo, al visitar una tienda famosa de hamburguesas en otros países tendrás la misma experiencia que quien visita uno de sus restaurantes en París. Esto se logra con un detallado manual de franquicia y extensos programas de capacitación en donde se transmite a los encargados la filosofía de la empresa, para asegurarse de que todos la conozcan, la compartan y la apliquen.
Esto es algo como lo que nos presenta el Evangelio de hoy, cada uno de nosotros somos como franquiciatarios del amor de Dios. Nos ha sido entregado por Jesús y somos los encargados de transmitirlo a otros por medio de la caridad y la generosidad. Y Jesús nos ha capacitado para entender y comprender el amor de Dios. Nos dejó un manual en el que nos dice lo que debemos hacer: amar, amar al prójimo como Jesús nos ha amado. Y por si eso fuera poco nos ha enviado a un supervisor que se encarga de mantenernos presentes las enseñanzas que nos dejó durante su vida terrenal: El Espíritu Santo. Es nuestra conexión directa para mantenernos unidos a Dios y a su amor.
Sólo tenemos que seguir las indicaciones que nos da para que seamos un reflejo fiel del amor que hemos recibido por parte de Dios y así quien conviva con nosotros experimente el mismo amor y la misma sensación que los discípulos que estuvieron frente a frente con Jesús y que se encargaron de transmitirnos todo de generación en generación.
Es un gran privilegio, pero también una gran responsabilidad. Pero como dice el texto de hoy: Si cumplimos los mandamientos que Jesús nos dejó, entonces permaneceremos en su amor y así podremos transmitirlo a los demás.
Dialoga:
Señor Jesús, gracias por amarme y por llamarme a ser un franquiciatario de tu amor. Dame la gracia de amarte como tú me amas, y que así pueda ser un reflejo de tu amor a mis hermanos, para que en cada una de mis acciones ellos puedan experimentar la misma alegría de estar en tu presencia y en tu amor.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Señor, ayúdame a amar como tú me amas»
Recalculando:
Para redireccionar nuestra ruta y sentirnos miembros de la «franquicia» de administrar todo lo que nos encomienda Jesús, te invito a que hagas un repaso personal de tu vida y las veces que «te has saltado el manual de instrucciones» (que es la Biblia). Como retomando tu responsabilidad, busca a una persona que esté necesitando ayuda, para poder hacer una obra de caridad, puede ser desde dar comida a alguien que lo necesite hasta visitar a un enfermo. Tú debes luego evaluar cómo vas en tu camino.
Texto del Evangelio de hoy: San Juan 15:9-17
«Así como el Padre me ama a mí, también yo los amo a ustedes. Nunca dejen de amarme. Si obedecen todo lo que yo les he mandado, los amaré siempre, así como mi Padre me ama, porque yo lo obedezco en todo.
»Les digo todo esto para que sean tan felices como yo. Y esto es lo que les mando: que se amen unos a otros, así como yo los amo a ustedes. Nadie muestra más amor que quien da la vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que les mando. Ya no los llamo sirvientes, porque un sirviente no sabe lo que hace su jefe. Los llamo amigos, porque les he contado todo lo que me enseñó mi Padre.
»Ustedes no fueron los que me eligieron a mí, sino que fui yo quien los eligió a ustedes. Les he mandado que vayan y sean como las ramas que siempre dan mucho fruto. Así, mi Padre les dará lo que ustedes le pidan en mi nombre. Esto les ordeno: Que se amen unos a otros.»
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.