Reflexiona:

[Los discípulos] subieron a una barca y se fueron a pescar. Pero esa noche no pudieron pescar nada.

Piensa:

Muchas veces en la vida nos enfrentamos a situaciones que nos sacuden la realidad y nos muestran una nueva forma de ver la vida, pero sucede que, pasada la primera impresión, ya sea por miedo, flojera o apatía; preferimos dejar todo de lado y regresar a nuestra vida cotidiana. Pero ese retroceso nos lleva de nuevo al vacío y la tristeza que nos llevó a buscar una nueva forma de vivir.

Piensa en lo que has vivido en las últimas semanas, desde el inicio de la Cuaresma hemos ido reflexionando el evangelio y la semana pasada acompañamos a Jesús por el camino del Calvario. Meditamos sobre su gran muestra de amor y esta semana hemos leído los relatos de cómo después de resucitar va volviendo a encontrarse con sus discípulos y los (nos) invita a emprender una nueva misión, a una nueva vida.

La pregunta ahora es: ¿Estás dispuesto a hacer ese cambio de vida? ¿Invitarás a Jesús a quedarse contigo, como los discípulos de Emaús? ¿Le permitirás venir a ti como Magdalena? O ¿simplemente volverás a tu rutina, como los discípulos del texto de hoy? Pareciera que después de todo lo que vieron y vivieron, no buscaron nada que hacer más que volver a su antigua vida de pescadores.

Pero, Jesús es un amigo muy paciente e insistente, vuelve a su encuentro, los vuelve a llamar y hoy nos llama a nosotros. Antes de regresar a tus ocupaciones después de las vacaciones, piensa cual será el cambio que se verá en tu vida. No dejes que la rutina te vuelva a absorber, toma una nueva actitud, haz un cambio de vida, tira las redes hacia el otro lado. ¿Te animas?

Dialoga:

Señor Jesús, los cambios no son sencillos, pero estoy convencido de que después de conocerte y caminar de tu lado, no debo regresar a mi antigua vida; ayúdame a resucitar contigo a una nueva vida, a una nueva actitud. Dame el valor para dejar el pasado a atrás y cambiar de rumbo contigo, ayúdame a escucharte siempre y a obedecer tus instrucciones para conseguir los éxitos y la felicidad que tienes preparados para mí.

Concéntrate:

Repite varias veces durante el día: «Señor, que mi futuro pueda más que mi pasado»

Recalculando:

Seguro que tú alguna vez que no te sentiste cómodo volviste atrás, a lo que denominamos «zona de confort». Esta zona, si bien nos evita ciertos sacrificios, nos impide abrirnos a nuevas realidades. Por eso te invito a dejar esa zona de confort. Ve a buscar a alguien que esté desanimado y tu propuesta es invitarlo a salir de su situación. Vas a tomar el lugar del Señor para apoyar a esta persona que necesita salir de su retroceso. Recuerda que hay que animar a las personas y Dios te escogió a ti para que lo hagas en su nombre. Al fin del día analiza cómo te has sentido.

Texto del Evangelio de hoy: San Juan 21:1-14

Poco tiempo después, Jesús se apareció a los discípulos a la orilla del lago de Tiberias. Esto fue lo que sucedió: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás el Gemelo, Natanael, que era del pueblo de Caná de Galilea, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, y otros dos discípulos de Jesús. Pedro les dijo:

—Voy a pescar.

—Nosotros vamos contigo —dijeron ellos.

Todos subieron a una barca y se fueron a pescar. Pero esa noche no pudieron pescar nada. En la madrugada, Jesús estaba de pie a la orilla del lago, pero los discípulos no sabían que era él. Jesús les preguntó:

—Amigos, ¿pescaron algo?

—No —respondieron ellos.

Jesús les dijo:

—Echen la red por el lado derecho de la barca, y pescarán algo.

Los discípulos obedecieron, y después no podían sacar la red del agua, pues eran muchos los pescados.

Entonces el discípulo favorito de Jesús le dijo a Pedro: «¡Es el Señor Jesús!»

Cuando Simón Pedro oyó que se trataba del Señor, se puso la ropa que se había quitado para trabajar, y se tiró al agua. Los otros discípulos llegaron a la orilla en la barca, arrastrando la red llena de pescados, pues estaban como a cien metros de la playa.

Cuando llegaron a tierra firme, vieron una fogata, con un pescado encima, y pan. Jesús les dijo: «Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar.»

Simón Pedro subió a la barca y arrastró la red hasta la playa. Estaba repleta, pues tenía ciento cincuenta y tres pescados grandes. A pesar de tantos pescados, la red no se rompió.

Jesús les dijo: «Vengan a desayunar».

Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era; ¡bien sabían que era el Señor Jesús! Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio a ellos, y también les dio el pescado.

Ésa era la tercera vez que Jesús se aparecía a sus discípulos después de haber resucitado.

 Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.