Reflexiona:

Jesús dijo: «El que confía en mí nunca más volverá a tener hambre; el que cree en mí, nunca más volverá a tener sed».

Piensa:

Imagina que eres una de las personas presentes durante el discurso del pan de vida que nos presenta san Juan. Tienes que levantarte muy de mañana, ir a sacar agua del pozo, preparar todo lo que se necesita para la comida, moler el trigo, curtir la carne para que se conserve, criar ganado para tener carne, sembrar para tener semillas… Y viene Jesús y te ofrece un pan con el que nunca más tendrás hambre y agua con la que nunca más tendrás sed (como con la samaritana) seguramente lo primero que pensarías es en la gran cantidad de trabajo que te ahorraría y las cosas que podrías hacer con el tiempo libre. ¿Verdad?

Si esto sucediera hoy, Jesús tal vez no nos ofrecería pan y agua, pero como estamos tan acostumbrados a los celulares y portátiles, podría decirnos «yo soy la batería infinita, el que venga a mí nunca más necesitará electricidad…». Y seguramente todos le diríamos «danos de esas baterías».

Así actuamos la mayoría de las veces, ante la promesa de felicidad eterna que nos trae Jesús, pensamos en una vida simple y sin preocupaciones. Cuando nos habla de vida eterna, pensamos en una larga vida terrenal sin enfermedades ni dolencias. Seguimos, como los judíos de la época de Jesús, quedándonos en el plano mundano que nos impide comprender la grandeza del tesoro que nos ofrece.

Hoy Jesús nos invita a salir de ese mundo terrenal en el que estamos inmersos, para aspirar a la divinidad, porque su deseo es sencillo: «que el que crea, tenga vida eterna», no hace falta escalar montañas, ser crucificados, ni morir como mártires, Jesús sólo nos pide creer, abrir nuestros corazones y aceptar su mensaje. Hoy es un buen día para comenzar con ese cambio de actitud.

Dialoga:

Señor Jesús, te doy gracias porque a pesar de mi necedad, Tú me sigues invitando a seguirte, sigues esperándome cada día en la eucaristía y vienes a mí a cada instante en la figura de los necesitados. Te pido que me ayudes a abrir mi corazón para aceptarte y creer en tu palabra. 

Concéntrate:

Repite varias veces durante el día: «Señor, acrecienta mi fe»

Recalculando:

Para recalcular tu vida orientándote al evangelio, busca a alguna persona que por algún motivo sienta rechazo de la sociedad. Puede ser un indigente o puede ser alguien cercano. Tú buscarás la forma de suplir en algo al menos para que no tenga tantas carencias. Que no sea algo que te sobra, sino algo que puedas desprenderte para compartir. Verás qué gozo puedes tener compartiendo lo que tienes y dando a conocer con tu gesto, el evangelio que vive en ti.

Texto del Evangelio de hoy: San Juan 6:35-40

Jesús les dijo:

—Yo soy el pan que da vida. El que confía en mí nunca más volverá a tener hambre; el que cree en mí, nunca más volverá a tener sed. Como les dije, ustedes todavía no creen en mí, a pesar de que han podido verme. Todos los que mi Padre ha elegido para que sean mis seguidores vendrán a buscarme; y cuando vengan, yo no los rechazaré.

»No bajé del cielo para hacer lo que yo quiera, sino para obedecer a Dios mi Padre, pues él fue quien me envió. Y mi Padre quiere estar seguro de que no se perderá ninguno de los que él eligió para ser mis seguidores. Cuando llegue el fin del mundo, haré que mis seguidores que hayan muerto vuelvan a vivir. Porque mi Padre quiere que todos los que me ven y creen en mí, que soy su Hijo, tengan vida eterna.»

Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.