Reflexiona:
«Si tan sólo pudiera tocar el manto de Jesús, con eso quedaría sana.»
Piensa:
Muchas veces ante situaciones adversas nos sentimos derrotados y nos sumimos en la depresión, pensando que nuestros problemas no tienen solución. La depresión es incapacitante porque no solo nos hace sentir un malestar inexplicable, sino que nos aleja de nuestra capacidad de buscar una salida.
En la Biblia encontramos numerosos ejemplos de personas que viven con miedo, en la tristeza, marginados por sus condiciones físicas y emocionales; y sus vidas nos enseñan como Dios puede actuar ante esas circunstancias adversas para devolverles la felicidad, si lo dejamos.
En el Evangelio de hoy vemos dos casos similares: un padre que ha perdido a su hija, y la muerte es vista como la mayor barrera con los seres queridos, pero aun ahí Jesús actúa gracias a la confianza que ese hombre tuvo en que si era la voluntad de Dios, su hija viviría de nuevo; por otro lado vemos a una mujer que vive padeciendo una larga enfermedad, por lo que es marginada de la sociedad, una enfermedad incurable era vista como un castigo divino y por lo tanto se veía a los enfermos como alejados de la mano de Dios. Sin embargo, esta mujer, aunque no se atreve a pedirle a Jesús que la cure, pone su fe en él y con solo tocar su manto consigue la salud.
En ambas circunstancias está la confianza, es la única «condición» que Dios nos pide para poder actuar milagros en nuestras vidas, no nos pide sacrificios ni ofrendas, solo confiar. Confiar no solo de palabra sino de corazón, que verdaderamente nuestros corazones ansíen estar en su presencia para conseguir su favor.
Ante estos dos ejemplos es necesario pensar ¿qué tanta confianza es la que deposito en Dios? ¿Estoy convencido de que él puede ayudarme a salir aun de la situación más adversa por la que esté atravesando? ¿Estoy dispuesto a esforzarme para llegar a él y pedirle su ayuda?
Dialoga:
Gracias Señor, gracias por estar siempre pendiente de mis necesidades, y por permitirme llegar ante ti para encontrar tu consuelo ante mis penas. Te pido que me ayudes a reforzar mi fe, para que pueda de corazón dejarte actuar en mi vida, sin condiciones ni miedos. Y concédeme la gracia de ser un conducto para que otros reciban de ti las bendiciones que necesitan.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Señor, en tus manos pongo mi confianza»
Recalculando:
Para recalcular la dirección de tu vida a partir de este texto del Evangelio, te invito a que entre las personas de tu entorno (amistades, colegas del trabajo, del deporte, conocidos), encuentres a alguna que necesite una palabra de aliento. Tal vez por motivos diferentes y muy humanos, hay personas que viven esperando una persona que los anime. Dios te elige a ti para que vayas en su nombre a dar ayuda y ánimo a esta persona. Verás cómo esto te da seguridad.
Texto del Evangelio de hoy: San Mateo 9:18-26
Mientras Jesús hablaba, llegó un jefe de los judíos, se arrodilló delante de él y le dijo: «¡Mi hija acaba de morir! Pero si tú vienes y pones tu mano sobre ella, volverá a vivir.»
Jesús se levantó y se fue con él. Sus discípulos también lo acompañaron.
En el camino, pasaron por donde estaba una mujer que había estado enferma durante doce años. Su enfermedad le hacía perder mucha sangre. Al verlos pasar, la mujer pensó: «Si tan sólo pudiera tocar el manto de Jesús, con eso quedaría sana.» Entonces se acercó a Jesús por detrás y tocó su manto. Jesús se dio vuelta, vio a la mujer y le dijo: «Ya no te preocupes, tu confianza en Dios te ha sanado.»
Y desde ese momento la mujer quedó sana.
Jesús siguió su camino hasta la casa del jefe judío. Cuando llegó, vio a los músicos preparados para el entierro, y a mucha gente llorando a gritos. Jesús les dijo: «Salgan de aquí. La niña no está muerta, sino dormida.»
La gente se rió de Jesús. Pero una vez que sacaron a todos, Jesús entró, tomó de la mano a la niña, y ella se levantó.
Todos en esa región supieron lo que había pasado.
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.