Reflexiona:
«No se conviertan en jueces de los demás, y Dios no los juzgará a ustedes».
Piensa:
Hace poco veía un documental sobre personas que se han vuelto virales por videos o fotos en redes sociales, y ellos contaban sus experiencias sobre como una broma de algún amigo o una foto fuera de contexto los puso en el ojo del escrutinio público y muchos de ellos incluso recibieron amenazas contra su integridad, de personas que ni siquiera eran de su mismo país; pero que no tenían ninguna reserva de hablar de su vida como si supieran quiénes eran.
Es casi instintivo el tratar de definir a los demás solo con mirarlos, pero sobra decir que cualquier información que logremos obtener es solo nuestra percepción, en realidad no define quiénes son. Nuestro juicio se basa en nuestra propia experiencia y nuestros estereotipos preconcebidos.
Juzgar a los demás es fácil, y no solo en las redes sociales, sucede en todos los ámbitos de nuestras vidas, y no solo entre individuos sino entre grupos o comunidades que deciden que tienen la verdad y todos los demás están equivocados.
Hoy Jesús nos invita a no juzgar, pero no solo se trata de criticar la ropa o el lenguaje de otros, sino que nos invita a respetar toda su dignidad como ser humano y como hijo de Dios; porque no tenemos el derecho de decidir quien es bueno y quien es malo. Esto claro está no contraviene con la aplicación de las leyes justas, en el caso de personas que cometen un delito, pero incluso con esas personas debemos tener una actitud de perdón y misericordia.
Al final de cuentas se dice que cuando juzgas no defines a los demás, sino que estas definiendo quién eres tú mismo. Así que hagamos el propósito de ir por la vida con una actitud de respeto evitando hacernos juicios sobre otros, porque de este modo Dios, también será justo y misericordioso con nosotros.
Dialoga:
Señor Jesús, perdona mi corazón tan presto muchas veces para juzgar y señalar los errores de otros; dame la capacidad de vivir con una actitud más acorde con tu ejemplo de misericordia y amor a todos, incluso con aquellos que me ocasionan algún daño. Permíteme saber imitarte para que algún día yo también sea digno de tu perdón.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Señor, dame un corazón misericordioso para no juzgar a mis hermanos»
Recalculando:
Muchas veces nos encontramos con personas que por diferentes motivos no nos caen bien. Algunas incluso nos hicieron daño. Tal vez el mejor método para recalcular la vida cristiana es dejar ir ese rencor. A veces es muy difícil. Pero si no puedes hacerlo, pon en manos de Dios tu oración pidiendo el don de perdonar a los que te ofendieron o te caen mal. Y dejando este sentimiento. Si puedes hacer una obra en favor de otra persona que se siente herida, verás que también tú te sanas. Y de eso se trata, de sanarnos unos a otros, en el nombre del Señor.
Texto del Evangelio de hoy: San Lucas 6:27-38
«Escuchen bien lo que tengo que decirles: Amen a sus enemigos, y traten bien a quienes los maltraten. A quienes los insulten, respóndanles con buenas palabras. Si alguien los rechaza, oren por esa persona. Si alguien les da una bofetada en una mejilla, pídanle que les pegue en la otra. Si alguien quiere quitarles el abrigo, dejen que también se lleve la camisa. Si alguien les pide algo, dénselo. Si alguien les quita algo, no le pidan que lo devuelva. Traten a los demás como les gustaría que los demás los trataran a ustedes.
»Si sólo aman a la gente que los ama, no hacen nada extraordinario. ¡Hasta los pecadores hacen eso! Y si sólo tratan bien a la gente que los trata bien, tampoco hacen nada extraordinario. ¡Hasta los pecadores hacen eso! Si ustedes les prestan algo sólo a los que pueden darles también algo, no hacen nada que merezca ser premiado. Los pecadores también se prestan unos a otros, esperando recibir muchas ganancias.
»Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada a cambio. Si lo hacen, el Dios altísimo les dará un gran premio, y serán sus hijos. Dios es bueno hasta con la gente mala y desagradecida. Ustedes deben ser compasivos con todas las personas, así como Dios, su Padre, es compasivo con todos.»
Jesús también les dijo:
«No se conviertan en jueces de los demás, y Dios no los juzgará a ustedes. No sean duros con los demás, y Dios no será duro con ustedes. Perdonen a los demás y Dios los perdonará a ustedes. Denles a otros lo necesario, y Dios les dará a ustedes lo que necesiten. En verdad, Dios les dará la misma medida que ustedes den a los demás. Si dan trigo, recibirán una bolsa llena de trigo, bien apretada y repleta, sin que tengan que ir a buscarla.»
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.