Jamás he conocido a una pareja en la que ambos estén siempre de acuerdo en todo. De hecho, por el contrario, he visto repetidas veces cómo, a pesar del amor, surgen discusiones debido a diferencias de opinión. Ese es el caso de una pareja que discutía con fervor sobre cómo se deben lavar los platos. Él argumentaba que los platos primero se deben enjuagar y luego organizar en categorías antes de enjabonarlos; ella cuestionaba si en realidad valía la pena dedicar tanto esfuerzo acomodándolos por tamaño, forma, y material si al final todos terminarían limpios y en la alacena. Para ser honesto, yo fui él en mi primer año de matrimonio.

Las diferencias saldrán a la luz. Desde cuestiones simples como qué cenar o a dónde ir de vacaciones, hasta decisiones más complejas como dónde vivir o cómo corregir a los hijos, es muy normal que difiramos con nuestro esposo o esposa. Las diferencias en sí no son malas, pero la forma en que lidiemos con ellas puede determinar en gran medida el nivel de unidad que experimentaremos en nuestro matrimonio. Por lo tanto, es sumamente importante que aprendamos a abordar esas diferencias en una forma que refleje el amor de Dios y que tome en cuenta el interés familiar en vez del individual solamente, como se nos instruye en Filipenses 2:4. Por ello, reflexionemos sobre cómo alinear nuestra percepción, corazón, y actitud con la Biblia.

Nuestra percepción

Dios creó a la humanidad a su imagen y semejanza (Génesis 1:26). No solo algunos, sino todos tenemos el valor que nos da el Creador. Quizá es por eso que Pablo nos dice que no nos creamos mejores que los demás, sino que consideremos a los demás como mejores que nosotros (Romanos 12:3a; Filipenses 2:3).

No menospreciemos, ni siquiera en nuestra mente, a quien Dios ha puesto a nuestro lado como ayuda idónea o cabeza del hogar, pues esa persona merece nuestro amor y respeto, no porque sea perfecta, sino porque Dios la ha puesto en ese lugar. Al actuar en amor y respeto estamos obedeciendo el mandato de Dios en Efesios 5:33: «…cada uno de ustedes ame también a su esposa como a sí mismo, y que la esposa respete a su esposo».

Nuestro corazón

Las diferencias y conflictos tienen el potencial de causar heridas emocionales difíciles de sanar. Aunque por lo general las discusiones tienden a ser un indicador de que hay una necesidad no satisfecha por parte del esposo o la esposa —ya sea espiritual, emocional, material, o sexual— contender no necesariamente funciona como un medio para comunicar dichas necesidades; por el contrario, generalmente resulta en resentimiento, enojo, culpa e inseguridades. Como práctica constante necesitamos cultivar el perdón y el arrepentimiento. Cuando veamos que hemos lastimado, pidamos perdón en humildad. Cuando sea necesario perdonar, con amor y humildad recordemos las palabras de Pablo cuando escribió: «Sopórtense unos a otros, y perdónense si alguno tiene una queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes» (Colosenses 3:13). Si perdonamos, podemos venir con libertad ante Dios y decir «Perdónanos el mal que hemos hecho, así como nosotros hemos perdonado a los que nos han hecho mal» (Mateo 6:12).

Nuestra actitud

En el matrimonio, como en cualquier otro tipo de relación interpersonal, la actitud — incluyendo las palabras y el tono de voz— cuenta mucho. ¡Qué bueno saber que Dios nos permite adquirir sabiduría sobre este tema a través de su palabra! En ella él nos enseña a ser compasivos (Efesios 4:32), amables (Proverbios 15:1), a usar nuestras palabras para edificar (Efesios 4:29) y a estar listos para escuchar y lentos para hablar y para enojarnos (Santiago 1:19).

Para poder tener una actitud correcta y genuina, es necesario que nuestra manera de pensar cambie. Romanos 12:2 instruye: «… cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir». Esta transformación requiere la intervención de Dios y su gracia, así como nuestra decisión diaria de conocer su voluntad a través de las Escrituras, oración, y comunión con otros cristianos que nos acerquen más a él.

¿Qué consejo le darías a un esposo o esposa con relación a las diferencias y conflictos en el matrimonio? ¿Qué preocupaciones o preguntas surgen al leer este artículo?