Reflexiona:
«“¿Por qué han estado ahí todo el día sin hacer nada?”
»Ellos le contestaron: “¡Porque nadie nos ha dado trabajo!”»
Piensa:
En muchos países se da un fenómeno conocido como «fuga de cerebros», que se refiere a personas que destacan en ciertas áreas pero que se van a trabajar a otros países; y no es porque no haya nada que hacer en sus países, sino porque muchas veces sus gobiernos no les dan la oportunidad de desarrollarse y destacar en sus campos.
Cuántos profesionistas talentosos terminan realizando trabajos que poco o nada tienen que ver con sus campos de estudio, y no es que sea una vergüenza, pero si es injusto cuando existen muchos cargos ocupados por gente que no tiene las capacidades reales para tener un buen desempeño, y están en esos cargos solo porque son amigos de algún político o alguna persona influyente.
Y tristemente en nuestra Iglesia a veces nos pasa lo mismo, existen muchos grupos de apostolado que se han visto monopolizados por un pequeño grupo de miembros que se sienten «los más óptimos» y no permiten que otros aporten para desarrollar de mejor manera su misión.
Eso es algo que vemos en el Evangelio, hay mucha gente que no hace nada, no por falta de entusiasmo, sino porque nadie les ha dado la oportunidad, a pesar de que existen muchas necesidades. Seguimos pensando en nuestros grupos como pequeños clubes, y muchas veces nos preocupamos más por figurar, que por el servicio generoso y desinteresado.
Hoy Jesús nos pregunta a cada uno, ¿Qué haces ahí? ¿Por qué no estás haciendo nada? ¿Qué te frena para poner manos a la obra? Y nos invita: «Ve a trabajar a mis campos», sin duda alguna siempre podremos encontrar algo que hacer, no importa la edad que tengas, si estas iniciando el día o si ya es casi de tarde, lo importante es que te pongas a trabajar con todo tu entusiasmo y él en su infinita generosidad te dará la mejor paga de todas.
Dialoga:
Señor Jesús, hay muchas necesidades en nuestra Iglesia, y a pesar de los dones que me has regalado, a veces no me comprometo para ponerlos al servicio de mis hermanos. Te pido que me ayudes a ser más generoso y a saber buscar siempre la forma de ayudar y servir.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Señor, llévame a donde me necesites»
Recalculando:
Alguna vez has pensado ¿cuáles son las habilidades que tienes y que podrías poner al servicio de otros? ¿Qué cosas puedes hacer por tu parroquia, por tu comunidad, por tu familia? Hay muchas formas de ayudar, te invitamos a hacer una reflexión consciente y decidir tomar una acción para ponerte al servicio en la medida de tus posibilidades.
Texto del Evangelio de hoy: San Mateo 20:1-16
«En el reino de Dios sucede algo parecido a lo que pasó en una viña. El dueño salió muy de mañana a contratar hombres para que trabajaran en ella. Se puso de acuerdo con los trabajadores para pagarles el salario de un día completo; y los envió a trabajar. Como a las nueve de la mañana, el dueño volvió a salir, y en la plaza encontró a varios hombres que estaban desocupados. Les dijo: “Vayan a trabajar a mi viña, y les pagaré un salario justo.” Los hombres aceptaron y fueron a trabajar. Como a las doce del día, el dueño volvió a hacer lo mismo; y salió otra vez a las tres de la tarde. Ya eran las cinco de la tarde cuando el dueño fue de nuevo a la plaza, y vio a otros hombres desocupados. Entonces les preguntó: “¿Por qué han estado ahí todo el día sin hacer nada?”
»Ellos le contestaron: “¡Porque nadie nos ha dado trabajo!”
»El dueño les dijo: “Vayan a trabajar a mi terreno.”
»Cuando se hizo de noche, el dueño le dijo al jefe de los trabajadores: “Llama a cada uno de los trabajadores y págales, comenzando por los últimos que vinieron, y terminando por los que vinieron primero.”
»Entonces se acercaron los trabajadores que llegaron a las cinco de la tarde y recibieron el salario de un día completo. Después, cuando pasaron los que habían llegado primero, muy de mañana, pensaron que a ellos les pagarían mucho más. Pero cada uno de ellos recibió el mismo salario de un día completo. Después de recibir el dinero, esos trabajadores comenzaron a hablar mal del dueño de la viña y le dijeron: “Los que llegaron a las cinco de la tarde sólo trabajaron una hora, pero usted les pagó a ellos lo mismo que a nosotros, que trabajamos todo el día aguantando el calor. Eso no es justo.”
»Pero el dueño le contestó a uno de ellos: “¡Mira, amigo! Yo no he sido injusto contigo. Recuerda que los dos acordamos que tú trabajarías por el salario de un día completo. Toma el dinero que te ganaste, y vete. No es problema tuyo que yo les pague lo mismo a los que vinieron a las cinco. Yo puedo hacer con mi dinero lo que me parezca. ¿Por qué te da envidia que yo sea bueno con los demás?”
Jesús terminó diciendo: «Así, los que ahora son los primeros, serán los últimos; y los que ahora son los últimos, serán los primeros.»
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.