Las mujeres representamos el amor. Como esposas tenemos un alto estándar de comportamiento y se espera de nosotras que demostremos ese amor en todo momento y en cualquier situación.

Día a día tratamos de dar lo mejor de nosotras, cuidando a nuestros esposos, orando por ellos, pendientes de sus necesidades físicas y emocionales, escuchándolos, admirándolos, respetándolos y… ¡¡¡cuánto más!!!

Pero, ¿con qué fuerzas hacemos todo esto? ¿Cómo nos renovamos cada día para hacer lo mismo y con una sonrisa en el rostro? ¿Qué impide que explotemos en llanto, en ira o que salgamos corriendo de desesperación?

¡El amor de Dios en nosotras!

Dios es quien nos reviste del verdadero amor para tener la capacidad de ser las mejores esposas. Esposas conforme al corazón de Dios. De ninguna otra manera podríamos ser capaces de llevar a cabo la mitad de las tareas como esposas sin resultar heridas, maltratadas, desilusionadas, drenadas o enfermas. Solo el amor de Dios en nosotras nos reviste de bondad para cuidar de nuestros esposos cuando están cansados, agobiados, frustrados. En esos momentos florecen la bondad, el perdón, la comprensión, la paz y la sabiduría para hablar y actuar de manera que aplaquen su enojo, les demos alivio y los ayudemos  a encontrar refugio en el único y verdadero Dios.

Conocer más a Dios a través de su Palabra nos enseñará a revestirnos con el amor de Dios  y a ver cómo todo cambia dentro de nosotras y a nuestro alrededor:

1.     1 Corintios 13:4-8

«El que ama tiene paciencia en todo, y siempre es amable. El que ama no es envidioso, ni se cree más que nadie. No es orgulloso. No es grosero ni egoísta. No se enoja por cualquier cosa. No se pasa la vida recordando lo malo que otros le han hecho. No aplaude a los malvados, sino a los que hablan con la verdad. El que ama es capaz de aguantarlo todo, de creerlo todo, de esperarlo todo, de soportarlo todo. Sólo el amor vive para siempre…»

2.     1 Juan 4:16

«Sabemos y creemos que Dios nos ama, porque Dios es amor. Cualquiera que ama a sus hermanos está íntimamente unido a Dios».

3.     2 Timoteo 1:7

«Porque el Espíritu de Dios no nos hace cobardes. Al contrario, nos da poder para amar a los demás, y nos fortalece para que podamos vivir una buena vida cristiana».

Te invito a leer la Palabra de Dios para que, a través de tu vida, te puedas revestir de amor en todo momento y en cualquier situación.

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